- Innovación, investigación y formación son claves para enfrentar los retos de un entorno marcado por desastres socio naturales.
Ricardo Herrera Mardones, académico y experto en ingeniería estructural, reflexiona sobre su trayectoria profesional, desde sus primeros años en la Universidad de Chile hasta su especialización en acero y las estructuras resistentes a terremotos, y cómo la innovación en la ingeniería puede mejorar la resiliencia en zonas sísmicas.
Actualmente, se desempeña como director de la Escuela de Ingeniería y Ciencias de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, donde también es académico en el Departamento de Ingeniería Civil, en el área de Ingeniería Estructural. En una reciente entrevista, Herrera compartió su trayectoria y cómo su pasión por las matemáticas y la física lo llevaron a elegir la ingeniería como carrera profesional.
“Desde pequeño siempre fui bueno para las matemáticas y la física. Cuando llegué a la universidad, no sabía con certeza qué estudiar, pero el Plan Común de Ingeniería y Ciencias me ofreció la oportunidad de explorar varias áreas antes de decidirme”, recordó Herrera. A pesar de tener un familiar cercano como referente, un tío ingeniero, su inclinación hacia la ingeniería estructural fue una decisión personal, guiada por la curiosidad y el deseo de comprender cómo las estructuras resisten las fuerzas del entorno.
En su formación profesional, Herrera se vio influenciado por importantes académicos y fue entonces cuando se dio cuenta de que su verdadera vocación era la academia. “Siempre me gustó participar en el proceso de enseñanza, como ayudante o asistiendo en clases, y eso me motivó a continuar en la universidad, aunque al principio había pensado en seguir una carrera profesional en la industria”, comentó.
Su recorrido profesional lo llevó, más tarde, a obtener su doctorado en el extranjero, específicamente en Estados Unidos, donde pudo profundizar en su especialización. “Elegí una universidad de nicho que era muy reconocida en el área que me interesaba, la ingeniería estructural. Ahí fui capaz de estudiar en profundidad las estructuras de acero, un área con poca investigación en ese momento en Chile”, explicó.
Uno de los aspectos más fascinantes de su investigación ha sido el diseño y mejora de las estructuras antisísmicas, especialmente considerando la alta actividad sísmica en el país. “Al principio no había especialistas en acero en Chile, y el país necesitaba urgentemente investigación en este campo. Las estructuras de acero tienen una gran importancia, especialmente en las construcciones industriales, aunque a menudo pasan desapercibidas en comparación con las de hormigón”, detalló.
Chile, como nación sísmicamente activa, ha logrado avances importantes en el diseño y construcción de infraestructuras que resisten los terremotos. “Nuestra ingeniería estructural es reconocida mundialmente. Los avances en el diseño sísmico han permitido que, en eventos como el terremoto de 2010, las víctimas por fallas estructurales hayan sido mínimas”, afirmó Herrera, al referirse al nivel de preparación que posee el país frente a estos eventos naturales.
Sin embargo, el trabajo de Herrera no solo se limita a la investigación y el diseño estructural. También es parte activa de programas que buscan reducir el riesgo de desastres naturales, como el programa CITRID (Programa de Reducción de Riesgos de Desastres) de la Universidad de Chile, en el cual trabaja con equipos interdisciplinarios para abordar los efectos de los desastres sociales y naturales. “El problema de los desastres no es solo la amenaza natural, sino la forma en que ocupamos el territorio. En Chile, hemos aprendido a reaccionar rápidamente, pero también necesitamos planificar a largo plazo para reducir los riesgos y mejorar nuestra respuesta ante desastres”, afirmó.
A pesar de su enfoque técnico y académico, Herrera también se ha centrado en cómo preparar a la próxima generación de ingenieros para enfrentar los desafíos del futuro. “Siempre trato de enseñarles a mis estudiantes que lo que sabemos hoy tiene límites. Nos enfrentamos a situaciones inesperadas y nuestra tarea es minimizar los daños en el futuro. Aunque la naturaleza puede sorprendernos, las personas que habitan nuestras estructuras no deben ser víctimas de esas sorpresas”, explicó, destacando la importancia de la ética profesional y la responsabilidad social en la ingeniería.