Editorial por Ximena Moya.
En esta nueva edición profundizamos acerca de cómo se va construyendo, paso a paso, lo que será el Chile para la próxima era a partir del trabajo realizado en las regiones de nuestro país.
La decisión de impulsar trascendentes iniciativas y la realización de nuevos proyectos a nivel regional, como lo fueron los salmones en el sur, lo son hoy el Hidrógeno verde en Magallanes, el descubrimiento de tierras raras en Bio Bio, los últimos hallazgos astronómicos, el empuje del litio en el norte, las ciudades inteligentes en múltiples regiones, por mencionar algunos. Todos ellos constituyen un nuevo mapa de industrias que requieren en la estrategia, táctica y operaciones de nuevos perfiles, capacidades y talentos, así como entornos habilitantes y nuevas capacidades institucionales para impulsarlos, diseñarlos y gestionarlos.
El desafío, que se nos ha planteado desde hace ya varios años y que sigue muy latente, es lograr construir y consolidar pujantes espacios de generación de valor, desarrollo tecnológico y transferencia, desde lo local. A lo largo de los años se han realizado múltiples esfuerzos y grandes inversiones para desplegar un ecosistema nacional pujante, sin embargo, a pesar de dicho esfuerzo, no ha sido posible aún consolidarlo y desplegar un ecosistema nacional articulado, fluido y que pueda integrar el desarrollo a cada comuna del país sintonizadamente con el crecimiento económico.
Se suma a ello, la convivencia social y la cohesión, donde se constata cada vez con más profundidad las distancias, inequidad, desigualdad y la lejanía territorial, a pesar de haber mejorado nuestros índices de pobreza, que dan pie para concluir anticipadamente sobre falsos positivos. En el mercado mundial compiten las industrias y también los territorios. Una carrera que requiere para los nuevos tiempos, decisiones que primeramente den pruebas de transparencia y confianza en los sistemas, basados en la colaboración, construcción de comunidad, proactividad y probidad.
Cada espacio de innovación abierto es una hoja de ruta para construir, y nos recuerda que la peculiar flor de siete colores, no está en otras latitudes, siempre ha habitado en el patio de nuestro propio hogar. Para obtener praderas florecidas, requerimos que cada jardín, a lo largo de todo el país, pueda ser amorosamente cuidado.