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El cambio climático exige acción urgente e integración científica para enfrentar la crisis global

El cambio climático es uno de los desafíos más urgentes que enfrenta la humanidad en la actualidad. Las consecuencias de este fenómeno, desde el aumento de temperaturas hasta los eventos climáticos extremos, amenazan la estabilidad de los ecosistemas y la vida humana. A nivel global, científicos, gobiernos y ciudadanos deben colaborar para mitigar sus efectos y adaptarse a las nuevas condiciones. La ciencia juega un papel crucial en esta tarea, proporcionando las herramientas y el conocimiento necesarios para entender y enfrentar este reto global. Sin embargo, para lograr un cambio real, es indispensable que los esfuerzos científicos se integren con la política pública y las acciones colectivas.

El cambio climático es una de las problemáticas más urgentes que enfrenta el mundo hoy en día. Las señales de una crisis ambiental global se han vuelto imposibles de ignorar, y la ciencia juega un rol crucial para encontrar soluciones efectivas. Sin embargo, como señala la investigadora Anahí Urquiza, el mayor desafío radica en coordinar los diversos sectores sociales y científicos para abordar problemas tan complejos como el cambio climático: «uno de los grandes problemas que teníamos era cómo nos coordinábamos para abordar problemas complejos, cómo coordinábamos la política con la economía, con la ciencia, con la verdad, uno en su propia lógica y cómo lo hacíamos para coordinar estas esferas distintas y enfrentar problemas complejos.»

A medida que la crisis climática se intensifica, la urgencia de trabajar de manera colaborativa y científica es más apremiante. Urquiza destaca que la clave no solo está en la tecnología o las ciencias naturales, sino también en la capacidad de integrar múltiples disciplinas y conocimientos para desarrollar soluciones sostenibles. «me empecé a dar cuenta que uno de los problemas que teníamos era la articulación entre disciplinas, que nos costaba mucho trabajar entre diferentes disciplinas, y además nos costaba mucho que el conocimiento que generamos tuviera impacto en la política pública», afirma.

La ciencia, al final, se convierte en la vía más eficaz para mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático, pero esto solo será posible si logramos articular esfuerzos y superar las barreras actuales. Como bien menciona Urquiza, es necesario un cambio estructural en cómo se apoya a la investigación y cómo las universidades públicas, en particular, pueden tener un mayor impacto: «las universidades públicas que deberían tener un rol mucho más vinculado a estos compromisos con mejorar las calidades de vida de la población. Las universidades públicas en el fondo tienen muy poco apoyo y mucha más dificultad… sería interesante e importante para nuestro país, pero no podemos porque estamos apagando incendios todo el rato».

Esta crisis climática requiere no solo de avances científicos, sino también de un cambio en la forma en que los gobiernos, las instituciones y la sociedad en su conjunto se relacionan con el medio ambiente y con el conocimiento que generan. La ciencia es la base para un futuro más sostenible, y como señala Urquiza, «la tecnología pasa por encima de nosotros» si no somos capaces de gestionar los cambios de manera coordinada y consciente.

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