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Hidrógeno blanco: Chile inicia la búsqueda de un recurso natural que podría cambiar su futuro energético

  • Investigadores comienzan a estudiar el potencial del hidrógeno natural en el norte del país, un recurso geológico que podría complementar al hidrógeno verde y abrir una nueva ruta para la transición energética chilena.

En un escenario global marcado por la búsqueda de fuentes más limpias y accesibles, Chile inicia una investigación pionera que busca determinar si el norte cuenta con condiciones favorables para la generación y acumulación de este gas natural. Investigadores de Chile acaban de dar un paso decisivo hacia la exploración del hidrógeno blanco, un recurso geológico cuya presencia en el subsuelo ha comenzado a despertar interés internacional por su potencial energético y su bajo impacto ambiental.

El hidrógeno blanco, también conocido como hidrógeno natural, empieza a posicionarse como una de las posibles sorpresas energéticas de las próximas décadas. Este gas se genera de manera espontánea en el subsuelo y destaca por su origen geológico y por su potencial de producción limpia. A diferencia del hidrógeno verde o azul, no depende de electrólisis ni del uso de gas natural, lo que evita altos consumos energéticos, grandes infraestructuras o emisiones asociadas. 

Diana Comte, investigadora principal de la AMTC, académica de la Universidad de Chile y directora del proyecto «Hidrógeno natural en Chile: descubriendo las fuentes geológicas para una transición hacia energía verde» lo explica con claridad: “El hidrógeno blanco ofrece la ventaja de ser una fuente natural y limpia, con un bajo impacto ambiental si se gestiona correctamente. Su existencia en el subsuelo significa que no requiere electrólisis ni grandes instalaciones energéticas, y eso abre un escenario completamente distinto para países con condiciones geológicas favorables”.

El contraste con el hidrógeno verde y azul es marcado. El hidrógeno verde es considerado la alternativa más limpia, pero depende de energía renovable, grandes volúmenes de agua y una infraestructura compleja. En cambio, el hidrógeno azul sigue vinculado al gas natural, aun cuando incorpora captura de carbono. Según la directora del proyecto, “la captura de dióxido de carbono rara vez supera el noventa o noventa y cinco por ciento y, aun con esas tecnologías, existen fugas de metano a lo largo de toda la cadena del gas natural, lo que limita significativamente su aporte real a la descarbonización”. Esta diferencia convierte al hidrógeno blanco en un recurso atractivo tanto por su origen como por su eventual competitividad económica.

El inicio de la exploración se explica por una conjunción de factores científicos, tecnológicos y geopolíticos que convierten este momento en una coyuntura excepcional. Comte subraya que “Chile debe comenzar la exploración ahora porque se encuentra en un punto crítico donde su ventaja geológica, su capacidad científica y el contexto global ofrecen una oportunidad irrepetible para liderar un campo emergente. Estamos frente a una ventana que no estará abierta para siempre y que puede definir el papel del país en la transición energética del siglo veintiuno”.

A esto se suman los avances internacionales en torno al hidrógeno natural, la creciente demanda por fuentes limpias y la necesidad de diversificar la matriz energética nacional. La investigadora enfatiza que “ingresar tarde a esta industria significaría adoptar marcos regulatorios diseñados por otros países, que no necesariamente responden a las realidades geológicas, ambientales y sociales de Chile. La exploración temprana nos permite generar conocimiento soberano y construir reglas propias”.

La iniciativa financiada por ANID, titulada “Hidrógeno natural en Chile: descubriendo las fuentes geológicas para una transición hacia energía verde», marca el inicio de una nueva línea de investigación en el país. El estudio se concentrará en un segmento del norte grande, entre los 20 y 24 grados de latitud sur, donde se ubican sistemas volcánicos y geotermales de alta actividad como Irruputuncu, Lascar y Apacheta Cerro Pabellón. Estas zonas presentan condiciones ideales para investigar procesos como la serpentinización, una reacción entre agua y rocas profundas que constituye uno de los mecanismos más eficientes para producir hidrógeno natural.

Comte detalla el alcance del estudio: “Nuestro objetivo es integrar información geológica, geoquímica, estructural y geofísica para comprender la arquitectura profunda del territorio y los procesos que podrían favorecer la generación, migración y acumulación de hidrógeno. Este será el primer modelo conceptual desarrollado específicamente para Chile y permitirá establecer las capacidades técnicas necesarias para futuras campañas de exploración”.

La motivación detrás de este proyecto responde a un vacío evidente en el conocimiento local. La directora destaca que “mientras en Bolivia y en otras regiones del Altiplano se han registrado emisiones de hidrógeno y helio profundo, en el territorio chileno no existían investigaciones sistemáticas que permitieran evaluar su presencia. Ese vacío representa un riesgo para el país, porque podríamos quedar rezagados frente a un recurso energético cuyo interés internacional crece rápidamente”.

La extracción de hidrógeno natural no está exenta de riesgos, especialmente en ecosistemas frágiles del Altiplano donde confluyen sistemas hidrogeológicos y geotermales sensibles. Comte advierte que “la perforación profunda podría generar microseismicidad, alterar flujos de agua subterránea o afectar bofedales y humedales que son fundamentales para la biodiversidad altoandina. Por eso es esencial adoptar estándares estrictos de evaluación ambiental desde la fase exploratoria”.

También señala la importancia de establecer mecanismos de participación comunitaria y sistemas de monitoreo permanente. “La única forma de avanzar de manera responsable es con evaluaciones tempranas basadas en ciencia, con monitoreo continuo de acuíferos, gases, temperatura y sismicidad, y con tecnologías de perforación que minimicen cualquier riesgo de contaminación. La exploración del hidrógeno blanco solo puede desarrollarse con altos estándares ambientales y sociales”.

A esto se suma la necesidad urgente de contar con una regulación específica. Actualmente no existe una categoría legal que defina el estatus del hidrógeno blanco en el marco normativo chileno. La investigadora señala que “el recurso no calza plenamente en las leyes de minería, hidrocarburos ni geotermia. Eso genera vacíos, incertidumbre y posibles conflictos en el uso del subsuelo. Chile requiere una regulación propia que establezca permisos claros, proteja ecosistemas sensibles y otorgue certeza jurídica para futuras inversiones”.

Si se confirman reservorios significativos, el hidrógeno natural podría convertirse en un pilar estratégico dentro de la matriz energética chilena en un horizonte de diez a veinte años. Comte proyecta un escenario de transformación profunda: “Si los hallazgos son favorables, el hidrógeno natural podría convertirse en un recurso energético estratégico para Chile. Sería una fuente continua y de bajo costo para industrias intensivas, complementaría de forma sinérgica la estrategia nacional de hidrógeno verde y fortalecería la independencia y la seguridad energética del país. Además, permitiría desarrollar capacidades científicas y tecnológicas que posicionarían a Chile como un actor pionero en Sudamérica”.

El desarrollo de esta industria abriría un campo completamente nuevo para el país, desde tecnologías de exploración hasta regulaciones, formación de especialistas y nuevos polos de innovación energética. En palabras de la directora del proyecto, “estamos recién comenzando a mirar un recurso que podría cambiar la forma en que entendemos la energía en territorios geológicamente activos como los Andes Centrales. La magnitud de lo que podamos encontrar determinará parte importante del futuro energético chileno”.