- El Departamento de Ingeniería Industrial ha consolidado un modelo de vinculación con el sector productivo y el Estado, generando soluciones a problemas complejos en minería, forestal, salud y servicios públicos, con resultados reconocidos internacionalmente.
- Casos como la aplicación de inteligencia artificial en mamografías, la planificación hospitalaria durante la pandemia o el desarrollo de metodologías para abordar el cáncer reflejan cómo la academia aporta innovación y eficiencia a la sociedad chilena.
El Departamento de Ingeniería Industrial se ha distinguido históricamente por fomentar un modelo de vinculación activa con la industria y el sector público, convirtiéndose en un referente nacional en la transferencia tecnológica. Su sello ha sido la capacidad de identificar problemas complejos en diversos ámbitos productivos y sociales, aportando soluciones de alto impacto desde la investigación aplicada.
“Una de las labores del departamento ha sido justamente encontrar problemas que sean complejos en la industria, en un sentido bien amplio, y donde hemos sido bien exitosos”, explica Susana Monschein, directora del departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile. La académica destaca que este trabajo ha dado origen a vínculos de largo plazo con sectores como minería, forestal y salud, donde los equipos han logrado mejorar la productividad, la eficiencia y la eficacia de procesos claves para el desarrollo del país.
El impacto de esta colaboración ha traspasado fronteras. “Acá dos veces se ha ganado el premio Franz Edelman, que es un premio internacional muy competitivo, donde se premia justamente cuáles son los desarrollos con metodologías complejas para resolver problemas concretos en la industria”, recuerda Monschein.
Uno de los casos más significativos proviene del ámbito de la salud. La directora relata el trabajo realizado junto al Centro del Cáncer (Cecan) y al Hospital Digital del Ministerio de Salud, en alianza con el MIT y la Escuela de Medicina. “Analizamos mamografías de mujeres para una detección precoz del cáncer con una herramienta de inteligencia artificial que puede determinar cuál es el riesgo de que una mujer sana desarrolle cáncer”, comenta. La iniciativa busca complementar el trabajo de radiólogos, especialmente en zonas donde no existe personal especializado, y entregar un seguimiento personalizado a mujeres con mayor riesgo.
Este puente entre ingeniería y medicina ha permitido también el desarrollo de modelos para la detección temprana de cáncer de pulmón, el análisis de lunares con riesgo de cáncer de piel y el diseño de estrategias durante la pandemia, desde la gestión de camas hospitalarias hasta la planificación de la vacunación. “Yo te diría que una de las cosas que estoy más contenta es que hemos creado un puente entre medicina e ingeniería que ha sido muy virtuoso”, afirma Monschein.
La directora reconoce que aún existen barreras culturales y estructurales que dificultan la transferencia tecnológica. “Es verdad que los académicos a veces nos centramos en la investigación y creemos que ahí termina la labor, porque se nos evalúa así. Pero a mí me motiva mucho ver que el esfuerzo que hacemos termine en un impacto concreto para la sociedad”, asegura.
El departamento también ha renovado sus modelos de formación para potenciar la vinculación temprana de los estudiantes. “Cambiamos todo un sistema de titulación, y en el último semestre ahora los estudiantes hacen una práctica extendida en la industria. Tenemos una retención súper enorme, porque la mayoría recibe ofertas y se queda trabajando en esos medios”, destaca Monschein.
A futuro, el foco está en reforzar áreas emergentes como machine learning, economía aplicada y sustentabilidad, con énfasis en la prevención de incendios forestales y en la adaptación al cambio climático. “Si no estamos vinculados a la industria, estamos muertos. La idea es resolver problemas complejos en la industria y también adelantarnos a lo que vendrá”, proyecta la académica.