El hielo de la Antártica ha sido, durante siglos, un símbolo de estabilidad, un paisaje inmutable que parecía ajeno al paso del tiempo y a las transformaciones del mundo. Desde los primeros exploradores hasta las misiones científicas modernas, la Antártica ha representado el último límite: una frontera de la humanidad frente a la inmensidad de la naturaleza. Sin embargo, esa imagen de perpetuidad comenzó a resquebrajarse hace ya décadas, cuando las mediciones científicas empezaron a revelar lo que a simple vista no era posible: el hielo estaba disminuyendo, las plataformas colapsando, y con ello, la estabilidad del clima global se tambaleaba.
El derretimiento de la Antártica es uno de los procesos más complejos y determinantes del cambio climático. Durante años, se percibió como un fenómeno lejano, casi inofensivo, algo que ocurría al margen de la vida cotidiana. Pero las proyecciones son claras: si todo el hielo antártico se derritiera, el nivel de todos los océanos subirían 56 metros. Solo un 10% de esa pérdida significaría un aumento de más de 5 metros, suficiente para transformar radicalmente las costas del planeta. En Chile, un país definido por su geografía costera, esto podría significar la desaparición de caletas y puertos, la alteración de ecosistemas críticos y el desplazamiento de miles de personas. A pesar de la magnitud de este desafío, nuestras políticas y planes de adaptación siguen siendo insuficientes, como si el riesgo no fuera inminente.
La pregunta entonces es inevitable: ¿a qué velocidad nos preparamos, como país y como sociedad, para un futuro que sabemos será distinto? ¿Cómo enfrentamos el desarrollo dada la crisis climática, y de qué manera nos replanteamos nuestra forma de habitar el territorio, de producir, de relacionarnos con el entorno? Si la Antártica se derrite, se deshace el mundo tal como lo conocemos. Mirar hacia el futuro exige asumir la silenciosa complejidad del momento presente y preguntarnos, con honestidad, ¿qué decisiones estamos tomando hoy para enfrentar el derretimiento en los próximos años?, tenemos entre manos la promesa de futuro esplendor.
