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La fragilidad que habita en la promesa de futuro esplendor

Editorial por Ximena Moya.

Comenzamos un nuevo año lleno de desafíos y nuevas oportunidades para construir. Este 2024 emprendemos a la tarea de transferencia hacia y desde el territorio, aterrizaremos en Arica y Parinacota, Metropolitana, Biobío, Los Ríos y Magallanes. Nuestro foco: la ciencia, tecnología e innovación de cara al impacto producido por el cambio climático. En Chile el 2022 se publicó la Ley Marco de Cambio climático con una meta de carbononeutralidad al 2050 y una Estrategia Climática de largo plazo para alcanzarla.

Por otra parte, al descomponer este reto vemos que para enfrentarlo se conjugan adicionalmente múltiples planos a nivel nacional, ciudades, industrias, empresas, instituciones, políticas públicas, políticos, gobierno, organizaciones, ecosistemas, comunidades, gobernanza territorial y cultura, entre muchos otros. Cada uno accionando acorde a sus necesidades y motivaciones bajo la premisa de que la variable tiempo es inocua. Al analizar los esfuerzos de diferentes actores que están trabajando en esta línea, bien vale relevar la síntesis de Greenpeace “el cambio climático es un problema global que alcanza una perspectiva ambiental, política, económica y social… y es que cuanto más tardemos en actuar, muchas más elevadas serán las inversiones para la adaptación al aumento de la temperatura y puede llegarse a un límite en que la adaptación ya no sea posible”.


Estamos parados frente al punto del desequilibrio, determinado por las temperaturas y patrones meteorológicos, en el cual los esfuerzos por el bienestar, desarrollo económico y competitividad se sustentan a partir de un inadvertido y frágil articulado ambiental y social.


La intensidad de los efectos meteorológicos va aumentando, más calor, mayor desertificación, profunda escasez de agua, temporadas de incendios forestales más largas, ciclones, inundaciones, cambios en las corrientes, daños en la biodiversidad, suma y sigue.

Hace 100.000 años vivimos la última glaciación y ahora gracias al calentamiento global estaríamos entrando en otra. El tiempo y la fragilidad definen la crisis, se aproxima el umbral crítico donde el pensar y formas de hacer, a las que estamos acostumbrados, nos tienen en riesgo. Por eso hemos elegido participar activamente y sumarnos a este desafío junto al CR2.

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