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Minería en Chile: el nuevo umbral

Editorial por Ximena Moya.

La minería chilena vive un momento peculiar: mientras el mundo acelera su transición energética, el país vuelve a ocupar un lugar protagónico por la demanda inédita de cobre y litio. Pero esta vez, el desafío no es duplicar lo que ya sabemos hacer, sino reinventar la forma en que producimos, convivimos y proyectamos nuestra riqueza mineral.

Hoy, los yacimientos no solo se miden por su ley de mineral, sino por su huella de carbono. Las grandes compañías ya operan con energías renovables y avanzan hacia flotas eléctricas, trazabilidad digital de emisiones y pilotos de hidrógeno verde que hace una década habrían parecido ciencia ficción. La competencia global dejó de ser por toneladas y pasó a ser por sostenibilidad certificada, una tendencia que Chile tiene oportunidad real de liderar.

El agua es el segundo punto crítico de esta transformación. Las operaciones del norte ya se abastecen crecientemente de desalación, mientras la recirculación interna alcanza niveles que obligan a rediseñar procesos completos. La escasez hídrica no solo ha empujado a innovar, sino a revisar la forma en que se planifican territorios enteros. En esta nueva etapa, la minería no solo bombea agua: mueve infraestructura, inversión y expectativas a lo largo y ancho del territorio.

En paralelo, la automatización ha levantado un reto silencioso y central: el capital humano. La minería 4.0 exige operadores capaces de interpretar datos en tiempo real, técnicos que convivan con sistemas autónomos y profesionales híbridos que mezclen geología, programación y análisis predictivo. La gran cruzada no está sólo en la tecnología, sino en formar a quienes puedan hacerla parte cotidiana de la operación y del desarrollo.

Finalmente, Chile enfrenta una pregunta estratégica de largo plazo: ¿seremos solo proveedores de minerales críticos o protagonistas de nuevas cadenas de valor? El boom del cobre y del litio abre la posibilidad de avanzar hacia materiales avanzados, manufactura tecnológica o industrias vinculadas a la movilidad eléctrica. Se trata de amplificar la generación de valor hacia otras industrias y mercados.

La minería chilena está cruzando un umbral. La exigencia es alta, y la oportunidad también. Si el país logra integrar sustentabilidad, innovación, talento y gobernanza territorial, podrá no solo sostener su liderazgo, sino redefinirlo para toda una nueva generación.

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