El Día Mundial de los Océanos, celebrado cada 8 de junio, es una oportunidad para destacar la importancia de los océanos en nuestro planeta y reconocer el trabajo de los científicos dedicados a su estudio y conservación. Los océanos, que cubren más del 70% de la superficie terrestre, desempeñan un papel vital en la regulación del clima, la producción de oxígeno y la provisión de alimentos. Sin embargo, estos ecosistemas enfrentan numerosas amenazas debido al cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación de recursos.
En Chile, investigadores como Laura Farías y Alejandro Maass están a la vanguardia de los esfuerzos científicos para comprender y mitigar los impactos del cambio climático en los ecosistemas marinos. Sus investigaciones y colaboraciones internacionales no solo proporcionan información crítica sobre los procesos biogeoquímicos y la biodiversidad marina, sino que también promueven la implementación de políticas de conservación y manejo sostenible.
Laura Farías, investigadora especializada en biogeoquímica marina, destaca por sus contribuciones al entendimiento de los procesos biogeoquímicos en ecosistemas costeros. «Mi experiencia se centra en el estudio de producción y reciclaje de gases con efecto invernadero y su relación con perturbaciones naturales y humanas como el cambio climático», explica la científica. Sus investigaciones son fundamentales para comprender cómo los elementos químicos esenciales para la vida son procesados y transformados por organismos marinos, influenciando la composición atmosférica y la biodiversidad oceánica.
«El uso del agua, la agricultura intensiva y el cambio de uso de suelos modifican la carga sedimentaria de nutrientes de los ríos, afectando el reciclaje de elementos mediados por microorganismos», afirma Farías. Además, el cambio climático está afectando los ecosistemas costeros de manera significativa, especialmente en Chile central, donde el aumento de los vientos provoca surgencias costeras que, aunque enriquecen el agua con nutrientes, también pueden causar desoxigenación. «La hipoxia en esta región está influenciada por la surgencia costera estacional, con una fuerte correlación entre el volumen de agua con hipoxia y los vientos favorables a la surgencia», explica Farías.
Farías también aborda la falta de datos integrados como un obstáculo importante. «La recopilación de datos biogeoquímicos a lo largo del tiempo y el espacio está muy fragmentada. La falta de sistemas de monitoreo continuo y la disponibilidad limitada de datos pueden dificultar la comprensión integral de los ciclos biogeoquímicos», comenta. La implementación de políticas FAIR (Findable, Accessible, Interoperable, Reusable) es crucial en diversos ámbitos de la oceanografía, beneficiando la investigación, la innovación, y la toma de decisiones. «Yo he sido una predicadora de la política de datos abiertos, pero aun en Chile y en gran parte de Sudamérica, es un tema tabú», añade.
La investigadora destaca un resultado reciente de sus estudios sobre el aumento de aguas pobres en oxígeno en aguas costeras, conocido como desoxigenación. «La hipoxia en esta región está influenciada por la surgencia costera estacional, que ocurre durante la primavera y el verano. Existe una fuerte correlación estacional entre el volumen de agua con hipoxia y los vientos favorables a la surgencia», explica. A lo largo de dos décadas, se ha observado una disminución en las concentraciones de oxígeno disuelto en las capas superficiales y subsuperficiales, con el volumen de aguas hipóxicas aumentando más del doble desde 1997. «Esta intensificación del viento en los ecosistemas costeros de surgencia podría hacer que la zona costera sea altamente vulnerable a la hipoxia, con posibles impactos en los recursos biológicos y los ciclos biogeoquímicos», concluye Farías.
Alejandro Maass, Codirector de CEODOS Chile, comparte detalles sobre la destacada colaboración entre CEODOS y la Fundación Tara Ocean. La expedición, que se extendió desde 2021 hasta 2023, recolectó muestras metagenómicas y de microscopía en tres profundidades por estación, y utilizó filtros para distinguir organismos de diversos tamaños, desde virus hasta crustáceos. Esta iniciativa también capturó datos en tiempo real sobre gases de efecto invernadero y contaminantes emergentes.
«El impacto del cambio climático tiene consecuencias a muchos niveles», afirma Maass. «A nivel químico del océano, uno dice que se está acidificando, pero también afecta la composición de comunidades bacterianas y de otras especies que juegan un rol crucial en estas bombas biológicas. Los microorganismos están jugando un rol crucial en lo que está ocurriendo».
La misión “Tara Chile: Carbono Azul” busca cuantificar el carbono fijado por el océano chileno y su rol en el intercambio de gases de efecto invernadero desde la Antártica hasta Iquique. Además, se propone mapear la diversidad microbiana y planctónica, identificando especies con potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático.
«Meterse al agua es difícil, me saco el sombrero con los colegas oceanógrafos», dice Maass. «Organizar una expedición es difícil, hay todo tipo de fenómenos que hacen que hayan muchas capas. Fundaciones como Tara son pocas, y debe ser una de las que más datos ha producido para la investigación oceanográfica y genómica de los últimos 10 o 15 años».