- Con una hoja de ruta proyectada a diez años, el AMTC busca consolidar desarrollos tecnológicos aplicados en toda la cadena minera, incluyendo soluciones autónomas y de sustentabilidad.
La minería chilena atraviesa una etapa crítica de transformación, en la que la tecnología y la sostenibilidad se vuelven requisitos centrales para mantener la competitividad global. En ese escenario, el Advanced Mining Technology Center (AMTC) de la Universidad de Chile prepara un salto ambicioso con miras al futuro: un plan de diez años que busca redefinir su papel como centro de referencia en innovación minera.
El Advanced Mining Technology Center (AMTC) de la Universidad de Chile se proyecta como un actor clave en el futuro de la minería nacional. Bajo la nueva dirección de Humberto Estay, el centro impulsa un plan de expansión orientado a la transferencia tecnológica, el desarrollo de capacidades internas y la articulación de redes de colaboración. Su hoja de ruta, diseñada para adjudicarse financiamiento estatal por una década, ya marca un cambio de ritmo en su estructura y ambiciones.
«Tenemos una hoja de ruta bien definida, determinada por nuestro plan de investigación que propusimos como renovación de fondos a la ANID, en el concurso de centros de investigación aplicada», explica el director del AMTC, Humberto Estay, quien asumió el cargo en marzo. «Eso nos va a dar un financiamiento de diez años, si es que lo adjudicamos. Y para esa propuesta tuvimos que definir muchos planes: uno de I+D robusto, pero también interacción con el medio, transferencia tecnológica, políticas de equidad de género y desarrollo de capital humano avanzado», detalla.
La transición ya comenzó. Según Estay, “lo que estamos haciendo hoy día es básicamente tratar de transicionar, en estos seis meses, hacia esa promesa y esa hoja de ruta”. El plan contempla, entre otras cosas, reconfigurar el organigrama del centro para adaptarse a una actividad futura más intensa, tanto en escala de proyectos como en impacto. “Hemos diagnosticado que la estructura actual debe complejizarse para poder absorber esa nueva realidad del centro”, afirma.
En cuanto a logros concretos, el AMTC no parte de cero. Ya existen desarrollos avanzados con alto grado de madurez tecnológica, logrados durante sus 16 años de existencia. “Hay algunos software de geoestadística que se han transferido a la industria; equipamiento autónomo como un cargador frontal (LHD) que opera de forma autónoma en minería subterránea; un martillo picarroca autónomo; y también una planta piloto que ya operó para remoción de arsénico”, enumera Estay. Además, destaca iniciativas en curso para la recuperación de agua desde salmueras de litio y proyectos en tomografía sísmica, planificación minera y procesamiento de minerales.
Más allá de los productos, el centro también pone en valor sus capacidades humanas. “Una parte de nuestra actividad es el desarrollo tecnológico, pero otra igual de importante es el soporte altamente especializado que podemos dar a la industria, ya que tenemos equipos capaces de resolver problemas específicos de clientes, incluso cuando no están directamente asociados a nuestros desarrollos. Eso lo logramos gracias a capacidades de capital humano avanzado y de alta complejidad”, enfatiza.
El verdadero reto está en construir una cultura que valore el riesgo como parte del proceso innovador. «Creo que como sociedad tenemos que avanzar culturalmente a romper un poco la aversión al riesgo», sostiene. “Siempre vas a tener la comparación entre algo que ya está comercialmente aplicado, donde el riesgo es bajo, y un desarrollo que aún está en fase de validación. Pero si demostramos que una solución es técnica, económica y ambientalmente viable, en general la industria chilena la adopta. Solo que hay que reducir al mínimo el riesgo de implementación”.
Una parte clave del plan del AMTC está en construir redes sólidas de colaboración. En ese marco, UNTEC aparece como un socio estratégico. “Vemos a UNTEC como un aliado relevante”, asegura Estay. “Nuestro roadmap contempla colaborar con ellos en proyectos complejos, tanto técnica como administrativamente, y también en infraestructura común. Ya estamos ejecutando proyectos y preparando postulaciones en conjunto. Solo falta la formalización de un convenio para consolidar esta alianza a largo plazo”.
Finalmente, el horizonte del plan se enmarca en la posibilidad de adjudicarse el financiamiento de la ANID, lo que implicaría una evaluación intermedia a los cinco años. “Ese es un hito importante, principalmente asociado al compromiso que asumimos como centro frente ANID: demostrar impacto y sostenibilidad para continuar hasta los diez años”.
