Editorial por Ximena Moya.
Vivimos en un mundo donde la innovación avanza a pasos agigantados. La tecnología permea todos los ámbitos de nuestra vida, transformando la manera en que nos comunicamos, trabajamos y creamos. Sin embargo, a menudo se olvida la propiedad intelectual. ¿Qué significa realmente? ¿Cómo nos afecta? ¿Qué se protege o qué se vulnera?
La propiedad intelectual es el pilar que sostiene el valor de la creación y la innovación. El Derecho Moral contemplado en nuestra legislación, permite a quien desarrolla una nueva idea, producto o solución recibir el reconocimiento de su autoría para continuar generando valor. No obstante, con la creciente digitalización y el acceso masivo a la información, las fronteras entre lo público y lo privado se difuminan, poniendo en riesgo los derechos de quienes crean si se publicita la obra antes de ser protegida.
Las tecnologías digitales han facilitado el acceso a contenidos y el intercambio de conocimientos, pero también han generado desafíos en la protección de los derechos de autor, las patentes y las marcas. La piratería, la copia no autorizada y la apropiación indebida de ideas se han convertido en problemáticas recurrentes que afectan a industrias enteras. Por ello, es crucial comprender qué elementos pueden patentarse, cuáles pueden comercializarse y cómo fomentar un ecosistema de innovación que respete los derechos de los creadores.
En el mes de la propiedad intelectual, queremos destacar la importancia de debatir sobre estos temas. La transferencia tecnológica, entendida como el puente entre la investigación y su aplicación en la industria, juega un rol clave en este contexto. Es fundamental que tanto empresas como instituciones académicas y emprendedores comprendan el valor de sus desarrollos, cómo protegerlos adecuadamente y cómo comercializarlos.
Desde UNTEC, nos sumamos a esta conversación, impulsando el diálogo y la generación de conocimiento en torno a la propiedad intelectual. Creemos en la necesidad de construir una cultura responsable y de “fair play” en los ecosistemas de innovación, asegurando que las ideas transformadoras puedan crecer y prosperar honestamente.
El desafío está planteado. Apostar por la propiedad intelectual es garantizar un futuro donde el valor del conocimiento sea el mayor motor del progreso.
