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Para cambiar el mundo es necesario comenzar por uno mismo (Alejandro J.)

Editorial por Ximena Moya.

En esta edición de septiembre, el mes de la patria, nos sumergimos en la conversación de la nación que queremos forjar, las brechas que siguen latentes y los avances que existen en ciertas áreas. Nos enfocamos especialmente hacia los diferentes espacios y niveles de construcción en curso bajo la mirada de ciencia, tecnología e innovación.

Para entrar en esta dimensión y la construcción nacional surgen de inmediato algunas preguntas de contexto ¿Quiénes la hacen?, ¿en qué lugares se ubican?, ¿qué líneas trabajan?, ¿cómo se vinculan entre ellas y con la industria?, ¿cuál es el programa de ciencia, tecnología e innovación de las escuelas y colegios, de los alumnos de pregrado?, ¿cómo se integran las dimensiones del saber, por ejemplo, ingeniería, medicina, medio ambiente y desarrollo social?

A nivel país tenemos una extensa red trabajando e investigando intensamente, tanto en áreas contingentes como emergentes, y contamos con innumerables instrumentos de financiamiento público orientados a incentivar, resolver fallas y déficit del sistema de ciencias e innovación. Sin embargo, asumimos que esa interpretación y premisas para el desarrollo son las adecuadas. ¿Es el sistema público, quien resuelve mediante financiamiento, los temas y niveles necesarios, son estos suficientes para empujar el desarrollo?, ¿existe tracción aguas arriba y aguas abajo? En esta edición se propone un cambio de visión, la vulnerabilidad y precariedad, parte y se genera desde el propio sistema de oferta pública de incentivos que es limitado, llega a determinadas instituciones, territorios, grupos y líneas generando, en sí mismo, gran parte de las dificultades que se observan.

Se hace necesario, cambiar las formas de diseñar, implementar, transferir y difundir la ciencia, tecnología e innovación. Necesitamos fortalecer los equipos profesionales en cada etapa de desarrollo, escuelas, colegios, institutos, centros y universidades, articular a los actores regionales y vincularlos, transferir efectivamente el conocimiento para cada nivel de aprendizaje y utilidad en todo el territorio, conectar las disciplinas e intercambios de prácticas y usos de tecnología aplicada, por mencionar algunos, sin que esta enumeración sea taxativa.

Necesitamos ser capaces de hacer una disrupción, partiendo por abstraernos del financiamiento y analizar, desde nuestro espacio, si estamos contribuyendo a aportar e integrar conocimientos y soluciones. Estamos en un momento de la historia en que la invitación es a consolidar una gran red de conocimiento basada en “colaboratorios” para conocer, apoyar, investigar, desarrollar, y aprovechar valiosas oportunidades. Los invitamos a ser parte.

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