Editorial por Ximena Moya.
En esta edición de septiembre, el mes de la patria, nos sumergimos en la conversación de la nación que queremos forjar, las brechas que siguen latentes y los avances que existen en ciertas áreas. Nos enfocamos especialmente hacia los diferentes espacios y niveles de construcción en curso bajo la mirada de ciencia, tecnología e innovación.
Para entrar en esta dimensión y la construcción nacional surgen de inmediato algunas preguntas de contexto ¿Quiénes la hacen?, ¿en qué lugares se ubican?, ¿qué líneas trabajan?, ¿cómo se vinculan entre ellas y con la industria?, ¿cuál es el programa de ciencia, tecnología e innovación de las escuelas y colegios, de los alumnos de pregrado?, ¿cómo se integran las dimensiones del saber, por ejemplo, ingeniería, medicina, medio ambiente y desarrollo social?
A nivel país tenemos una extensa red trabajando e investigando intensamente, tanto en áreas contingentes como emergentes, y contamos con innumerables instrumentos de financiamiento público orientados a incentivar, resolver fallas y déficit del sistema de ciencias e innovación. Sin embargo, asumimos que esa interpretación y premisas para el desarrollo son las adecuadas. ¿Es el sistema público, quien resuelve mediante financiamiento, los temas y niveles necesarios, son estos suficientes para empujar el desarrollo?, ¿existe tracción aguas arriba y aguas abajo? En esta edición se propone un cambio de visión, la vulnerabilidad y precariedad, parte y se genera desde el propio sistema de oferta pública de incentivos que es limitado, llega a determinadas instituciones, territorios, grupos y líneas generando, en sí mismo, gran parte de las dificultades que se observan.
Se hace necesario, cambiar las formas de diseñar, implementar, transferir y difundir la ciencia, tecnología e innovación. Necesitamos fortalecer los equipos profesionales en cada etapa de desarrollo, escuelas, colegios, institutos, centros y universidades, articular a los actores regionales y vincularlos, transferir efectivamente el conocimiento para cada nivel de aprendizaje y utilidad en todo el territorio, conectar las disciplinas e intercambios de prácticas y usos de tecnología aplicada, por mencionar algunos, sin que esta enumeración sea taxativa.
Necesitamos ser capaces de hacer una disrupción, partiendo por abstraernos del financiamiento y analizar, desde nuestro espacio, si estamos contribuyendo a aportar e integrar conocimientos y soluciones. Estamos en un momento de la historia en que la invitación es a consolidar una gran red de conocimiento basada en “colaboratorios” para conocer, apoyar, investigar, desarrollar, y aprovechar valiosas oportunidades. Los invitamos a ser parte.