- La protección de patentes, el registro de marcas y el respeto por la propiedad intelectual son esenciales para transformar el conocimiento en activos estratégicos.
La relación entre la industria y la academia en Chile presenta desafíos en términos de protección de la propiedad intelectual. Corfo facilita el acceso a herramientas de protección para startups y empresas emergentes, permitiendo que los beneficiarios conserven la titularidad de sus desarrollos y potencien su competitividad en mercados globales.
En un mundo donde la innovación y el desarrollo tecnológico son determinantes para la competitividad, la propiedad intelectual se convierte en una herramienta estratégica clave. En Chile, Corfo impulsa la protección de activos intangibles a través de sus programas de financiamiento, permitiendo a empresas emergentes y startups proteger sus ideas y productos mediante patentes, marcas comerciales y secretos industriales.
«Corfo ha puesto siempre una especial atención a la propiedad intelectual en el marco de sus instrumentos de apoyo a la innovación y el emprendimiento. Si bien no existe un fondo exclusivo para su financiamiento, nuestros beneficiarios pueden destinar parte de los subsidios a la contratación de asesorías especializadas, estudios de factibilidad de patentamiento y registro ante INAPI», explica Hugo Arias, gerente de Asuntos Estratégicos de Corfo.
Un punto clave en este ecosistema es la relación entre la academia y la industria. Mientras que las empresas suelen considerar la protección intelectual como parte de su estrategia desde el inicio, en la academia los incentivos no siempre están alineados para promover el patentamiento y su posterior aplicación en el mercado. «Es clave entender las patentes como un medio de transferencia tecnológica y no como un fin en sí mismo. Y cuando se trabaja con el mundo productivo, la estrategia de protección debe definirse según el interés de quien demanda la solución, no solo de quien genera el conocimiento», señala Arias.
El trabajo de Corfo se complementa con el del Ministerio de Ciencia para fortalecer la valorización de resultados de investigación y fomentar la creación de emprendimientos de base científica-tecnológica. Iniciativas como el apoyo a las Oficinas de Transferencia y Licenciamiento (OTL) en universidades y el programa Startup Ciencia buscan facilitar este proceso, promoviendo que las innovaciones generadas en la academia encuentren su camino hacia el mercado.
Sin embargo, Chile aún enfrenta desafíos en este ámbito. «Estamos en la medianía de la tabla del Global Innovation Index 2024, en el puesto 51 de 133 economías. Si bien somos la segunda economía más innovadora de la región, todavía tenemos mucho espacio por avanzar», reconoce Arias. Para fortalecer el ecosistema de propiedad intelectual, es fundamental fomentar una cultura de protección en las empresas, especialmente en las de menor tamaño, facilitar la comercialización de activos intangibles y mejorar la protección internacional de innovaciones locales.
Ejemplos exitosos de transferencia tecnológica y protección de la innovación ya existen en Chile. El desarrollo de variedades vegetales protegidas ha permitido diversificar la oferta agrícola con licencias de uso y tecnología asociada. Otro caso es el kit de detección de cáncer de tiroides Thyroprint©, patentado en varios países y protegido mediante marca comercial. Además, la empresa Wellness Technologies ha desarrollado una formulación probiótica para la intolerancia a la lactosa en colaboración con la Universidad de Concepción, estableciendo un modelo de propiedad intelectual compartida y un contrato de licenciamiento exclusivo.