Editorial por Ximena Moya.
En esta edición queremos mostrarles diferentes perspectivas que cruzan el desafío de construir desde las regiones.
Impulsar el desarrollo productivo y tecnológico para el mejoramiento de la competitividad nacional, es un objetivo que se alcanza desde el nivel regional y que requiere de la articulación y asociatividad entre el sector público, privado, académico y científico, instalado en los diferentes territorios locales.
Al trabajar la implementación de una hoja de ruta para mejorar la productividad, aparecen brechas de competitividad transversal en las regiones, como son agua y recursos hídricos, energía, medio ambiente, capital humano, calidad de vida, sustentabilidad. Como también surgen oportunidades determinadas por la demografía, polos productivos, académicos e investigadores con nuevas y/o avanzadas líneas de trabajo, liderazgo de personas, acceso a infraestructura habilitante, proximidad a mercados, especialización industrial e inversiones en tecnología, entre otras.
La transformación productiva y la especialización de mercados, que se observa nítidamente en las nuevas industrias del Litio e Hidrógeno verde, se sitúan en espacios territoriales determinados, y exige transferir conocimientos rápidamente a lo largo de toda la cadena de valor. Serán las regiones quienes en gran parte decidirán las próximas carteras de proyectos definiendo, por acción u omisión, el desarrollo económico productivo, el bienestar de las localidades, la calidad de vida de sus habitantes y comunidades, la productividad de las pequeñas y medianas empresas, y la sustentabilidad de los recursos del territorio.
Será la calidad de los recursos humanos, el conocimiento instalado en el sector privado y público, los que empujen el desarrollo económico, social, cultural, local y tecnológico hacia nuevos mercados de alto valor, por ello lo trascendental será que las inversiones regionales sean un proceso estratégico alineado, visionario y de aprendizaje permanente. Capaces de proyectar el porvenir y puedan retener, atraer y capturar talentos para construir un proyecto local de futuro, para una nueva era, estimulando la consolidación de redes de conocimiento global para catalizar la ciencia, la tecnología y el conocimiento aplicado en sus comunas, de manera sustentable en beneficio de sus vecindades. Será también una ciudadanía local empoderada, participativa y activa quien exigirá ser escuchada y protagonista de las decisiones y rumbo.
Ahora es cuando cada movimiento define las opciones y posibilidades de ser, hacer y ofrecer. Estamos convocados, a mirar y dar, muchísimo más allá de lo que podemos ver, se requiere sumar capacidades para actuar como eficaces agentes de cambio local.